La curvatura de la córnea

02 septiembre 2007

Incomunicación



El proyecto de instalación de la línea telefónica se detuvo en la esquina de las calles Góndola y Comunicando. La Compañía Telefónica alegó falta de previsión presupuestaria, inesperada elevación de los costes y baja perspectiva de consumo por metro cuadrado. Eso fue lo que dijeron los Telediarios, pero todo el mundo sabía que las verdaderas razones andaban por los terrenos de la privatización de los beneficios, la confabulación de las stock options y el pago los contratos blindados. Una maraña de intereses que dejó sin teléfono al incomunicado Barrio de los Descolgados.
La madre de Oscar no se conformó con las explicaciones oficiales y empezó una protesta en forma de carta semanal. Todos los lunes por la mañana se sentaba ante un folio y confeccionaba una lista de llamadas perdidas, desde todas y cada una de las múltiples veces que hubiera telefoneado a sus amigas para criticar a zutano o a mengano, hasta el número de veces que hubiera usado el teléfono para comprar los cachivaches que se anunciaban en la tele tienda nocturna de la televisión local. Las cartas iban dirigidas al director de la Compañía, las primeras fueron frías y con demasiado contenido numérico, un estilo de inventario poco atractivo. Los nombres propios llegaron más tarde, y poco a poco se fueron añadiendo a las cifras hasta que la hoja en blanco alcanzó un estimable tono rosa. Lo reivindicativo dejó paso a un costumbrismo colorista y jacarandoso más propio de las columnas estivales de los periódicos que de las Asociaciones de Consumidores Cabreados.
El hijo de la madre de Oscar cumplió treinta años, apagó de un soplido las velas que decoraban la tarta de Selva Negra, se puso muy serio y anunció que a partir de entonces se iba a dedicar en cuerpo y alma a la búsqueda de un empleo estable y bien remunerado.
La madre de Oscar se emocionó ante las perspectivas que se abrían en su vida, soñó con un salario de muy padre y señor mío para su tierno retoño, lo abultado de la paga les permitiría trasladarse a un barrio distinguido, una casa nueva con su línea de teléfono de fibra óptica, línea ADSL a 20 megas y una tarifa plana para hablar horas y horas.
Pero los días pasaban, las entrevistas se sucedían y Oscar no obtenía ningún trabajo, ni bueno, ni malo, ni regular. Tanto se demoraba que su madre lo interrogó sobre el motivo del retraso. «La tardanza se debe a que siempre soy el único candidato que no deja un número de teléfono para poder ser avisado en el caso de ser seleccionado»
Aquella revelación fue un golpe muy duro. La madre de Oscar decidió cambiar de táctica reivindicativa. Las cartas pasaron de semanales a diarias, ya no eran extensas crónicas periodísticas y el tono amigable y confidencial se transmutó en insultos, pendejadas y amenazas personales
La avalancha epistolar tuvo su recompensa, no se supo si por el incremento en el número de envíos o por el giro estilístico de la prosa, el caso fue que el Director de la Compañía Telefónica envió una carta a la madre de Oscar. La misiva era un compendio de excusas técnicas sobre la paralización del cableado en el Barrio Descolgado, una marabunta de dividendos, sumandos, restandos y otras zarandajas que dejaban el entuerto en el país de los enrevesados, todo ello adornado con un florido lenguaje entre administrativo y chiquitistaní. La perorata desembocaba en una firma ilegible de amplios trazos y el sello en relieve de la compañía. Más abajo, a pie de página y a modo de posdata se podía leer escrito a puño y letra: “Hasta que la instalación de telefonía fija llegue a su zona de residencia le envío por mensajero la solución a sus problemas”
El timbre sonó con la impaciencia de los carteros y la madre de Oscar esprintó hasta la puerta. «Traigo un paquete» Fue la lacónica respuesta del emisario mientras le entregaba una caja de pequeñas dimensiones «Es la moda» apuntó con celeridad. «Ahora, al personal le ha dado por regalar estos aparatejos. Ya verá, ya verá como en unos minutos recibe una llamada y le cantan el cumpleaños feliz»
El corazón de la madre de Oscar reaccionó de manera fulminante, su cuerpo se estrelló contra las baldosas del rellano mientras el avispado cartero cazó el regalo en el aire y tecleó el número del Servicio de Urgencias.
El único objeto personal que le entregaron a Oscar en el Hospital Miguel Servet fue un teléfono móvil, y contra aquel elemento por el que su madre siempre había suspirado descargó su ira. Asomado a la barandilla del río Huerva lo tiró con todas su fuerzas para ahogarlo en la corriente pardusca.
El poli tono de los Dire Stratis sonó durante el tiempo previo a la inmersión. La madre de Oscar llamó a su hijo para contarle que en el más allá hay una completa red de comunicación y que ella iba a contratar un excelente paquete de telefonía+Internet+televisión.

18 Comments:

At 02 septiembre, 2007 16:51, Anonymous Anónimo said...

Me reiría si no fuese por el triste final de tan emprendedora mujer y por lo habitual que suena la tomadura de pelo eterna de la peña esta a los humildes de a pié.
Eso sí, ¿de veras pensaba esa pobre que cuando su hijo consiguiese curro la iba a mantener?..en fin, dejemonos de posibles.
Al flaqui le va a encantar el cuento. Eres un champion.
Estupendo.

 
At 02 septiembre, 2007 22:39, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima

Niego la mayor. El final no es triste, al contrario, la madre de Oscar ha obtenido lo que quería, podríamos hablar de a que precio lo ha obtenido...
Yo no pienso en un hijo llenando de tecnología a su madre, en este caso lo piensa la madre ;-)

Salu2 Córneos y estupéndos.

 
At 03 septiembre, 2007 11:27, Blogger Paula said...

pues si en el más allá tienen una extensa red de comunicación, será para hablar entre ellos, porque con el más acá, lo que se dice con el más acá...

poco hablan

Igual las tarifas son muy caras, quién sabe

Un abrazo

 
At 03 septiembre, 2007 16:05, Blogger Gubia said...

Lo que pasa por culpa de un teléfono eh? si ya lo digo yo que al final volveremos a hacer señales de humo a llamar al vecino soplando en un cuerno en plan troglodita, en fin que se me va la cabeza, corto y cambio.Un abrazo.

 
At 03 septiembre, 2007 16:13, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Paula.

Un tema peliagudo ese de la comunicación/incomunicación del más allá con el más acá en el que yo no me meto, o lo hago sólo en estos cuentecillos que, como su calificación indican, son un territorio en el que todo es posible... hasta una tarifa plana baratita ;-)

Salu2 Córneos y un abrazo con pincho y cañita.

 
At 03 septiembre, 2007 16:14, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubía.

Es curioso, ahora que se tiende a la comunicación inalámbrica, wi-fi y sin hilos... mira por dónde las señales de humo ya cumplían esas premisas :-)))))

Salu2 Córneos y un abrazo.

 
At 03 septiembre, 2007 20:43, Anonymous Anónimo said...

"For cierto" te acabo de nombrar uno de mis preferidos...jeje

 
At 04 septiembre, 2007 00:04, Blogger JR said...

Las señales de humo deberían reconocerse como la primera red Wi-Fi.

Gracias amigo, precioso cuento...

¡Calle Góndola! ¡ya te vale!

Abrazos

 
At 04 septiembre, 2007 07:45, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima.
Es un honor, de verdad. Pero puestos a homenajear yo me quito el sombrero ante una mujer como tú y como afronta la vida, por lo que leo y por lo que trasluce tu blog y, además me parece que el comentario que he dejado en tu casa me salió mucho mejor que este.
jajajaajjajaja
sigo sin dormir, ya ves.

Salu2 Córneos

 
At 04 septiembre, 2007 07:48, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Javier.
En la red Wi-Fi de señales de humo siempre me acuerdo del correcaminos.

Me gusta que te guste el cuento. Esta basado en una pequeña anécdota real que ha sido convenientemente aderezada, pero desde que lo escuché siempre pensé en ti, por eso la dedicatoria.

jajajajajaaj
Lo de Góndola más que por especialista fonólogo lo has descubierto por veterano. jajajajajajaaj, es todo un guiño.

Salu2 y abrazos.

 
At 04 septiembre, 2007 12:53, Anonymous Anónimo said...

Holita escritor dela voz bonita! jaja, has visto qué ripio?

vendrás el jueves al recital??

muak!

 
At 04 septiembre, 2007 13:18, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Ana

Ahora mismos Holita sólo me suena a mar, el mar que me espera.
:-)

Esta semana, precisamente hasta el jueves, trabajo en el turno de noche y me será imposible acudir al recital. Tengo muchas ganas de verlo, por los intervinientes y por el sitio, así que otra vez será.

Salu2 Córneos y muak!

 
At 04 septiembre, 2007 17:09, Blogger Luisamiñana said...

A mi me gustaban mucho los teléfonos Góndola rojos... eran muy "chics´", je, je... Me recuerdan a las malas películas de los años setenta, con escenas de interiores imposibles.

¡Lo que no sea capaz una madre! Aunque en tu inteligente cuento la ironía pueda más. ¡De cuántas cosas son culpables los teléfonos!

Besotes

 
At 04 septiembre, 2007 17:31, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Luisa.
Es cierto, una peli española de los sententa que se precie siempre tendrá un "Góndola" y esos peinados tipo visera de las señoras con un montón de laca :-)

¡Bingo! La ironía es el motor interno del relato y me gusta que lo resaltes.

Siempre sufro en los relatos porque me gustaría darles un toque mágico, irreal, una pincelada de algo que se parezca a mi mundo, a mi estilo (palabras mayores) en esa deriva casi siempre acude la ironía y no siempre es la mejor herramienta, pero en este caso creo que funciona bien.

Salu2 Córneos, me quedo con todos los besotes y gracias.

 
At 04 septiembre, 2007 23:19, Blogger Eryx Bronte said...

Muy bueno Javier, debe ser esa nocturnidad. Abrazos comunicados.

 
At 05 septiembre, 2007 15:20, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Eryx

jejejejeeje
La nocturnidad esta muy mal pagada.

Salu2 córneos y recién levantados.

 
At 06 septiembre, 2007 09:08, Blogger Mamen said...

Los teléfonos no son culpables de nada jajaja...sus dueñas o dueños tampoco. Eternos Dire Stratis, lástima de poli tonos.

 
At 06 septiembre, 2007 19:22, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Mamen.

Es cierto, los teléfonos no son los cumplables, los culpables siempre somos nosotros. Aupa Dire Stratis, como ves el video NO ESTA el politono ;-)

Salu2 córneos.

 

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