La curvatura de la córnea

30 octubre 2007

OFF Gervasio

Gervasio pulsó OFF un minuto antes de la ocho de la mañana. Le gustaba empezar el día venciendo al despertador con aquel minúsculo gesto que lo llenaba de optimismo. Atendió al aseo diario con la minuciosidad del detective de su novela, desayunó con la frugalidad de los malos pero sin vodka en el zumo de naranja y se dispuso a ordenar la mesa de trabajo, una tabla sin ángulos rectos, serpenteante y sinuosa como el perfil soñado de su musa que estaba ocupada por una impresora Hp 1500c, un monitor Benq de 17 pulgadas y un teclado Logitech. Del ratón nada se sabía.
Los componentes hardware se habían acurrucado muy juntitos tras el secuestro del atril made in Korea, una acción guerrillera ejecutada por una partida de folios Torraspapel 80 gramos garabateados por el puño y la letra de Gervasio, un tatuaje que les imprimía valor.
Los folios se habían hecho fuertes tras un caótico parapeto construido con sobres desgarrados y facturas azules de Endesa, verdes de Telefónica y rojas de Vodafone. En tierra de nadie vagaban tres programas de mano de las tres obras que se representaban en los tres teatros de la ciudad, estaban impresos en un glamoroso papel couche por el que suspiraba un olvidado folleto de los supermercados LIDL elaborado con fibras vegetales de dudosa procedencia.
Gervasio hizo un montón con los folios, las facturas, los programas de mano y el folleto publicitario, todos terminaron en la papelera. El terreno despejado fue suficiente para instalar el retrato autografiado de Miguel Delibes por el que había pagado una fortuna en uno de los puestos OFF de la última feria del libro de Berlín. Valoró la posibilidad de pasarle un paño al maestro pero entonces sonó el telefonillo de la puerta.
El periodista llegaba con puntualidad y Gervasio echó un último vistazo a la tabla de planchar apoyada en la pared violeta, al cesto de mimbre repleto de ropa doblada con dudosa eficacia, al sillón orejero enterrado bajo camisas arrugadas, pantalones vueltos del revés y un tumulto negro de calcetines que escalaban hasta la cercana mesa auxiliar donde hacían cumbre un spray de almidón del Carrefour, una garrafa de agua destilada del Mercadona y una plancha Fagor de gama alta.
Era evidente que aquella habitación orientada al norte y con vistas a los tejados rojos del Barrio de Las Fuentes no tenía el marchamo que se le exigía a un novelista de éxito. Gervasio deseó que el periodista sólo fuera un becario al que podría asombrar con sus viejas batallas de reportero en unas guerras que ya nadie recordaba.

6 Comments:

At 30 octubre, 2007 16:59, Blogger Gubia said...

Una casa de andar por casa, nada de habitaciones solo para las visitas...como a mi me gusta, acogedora la casa y Gervasio. Un abrazo.

 
At 30 octubre, 2007 21:49, Blogger maite said...

una casa con vida!!!
un beso Javier

 
At 31 octubre, 2007 00:40, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Gubia.

La idea era hablar del lugar de las inspiraciones con la normalidad de la vida diaria, quitándole solemnidad y para eso, ya lo dices tú: Una casa de andar por casa.

Salu2 Córneos y un abrazo.

 
At 31 octubre, 2007 00:41, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Maite.

De algo estoy seguro: Si miramos los objetos con otros ojos, seguro que sentimos sus latidos.

Salu2 córneos y ¡como me gusta ese beso!

 
At 06 noviembre, 2007 07:29, Anonymous Anónimo said...

Que no se puede llegar a todo, que no. Que es un sinvivir...¡ay, como comprendo al pobre Gervasio!.
Porque una casa "trabajada" es una casa...pero estas que están "por trabajar" son una pesadilla. Lo sé.
Vale, me relajo que si no tendré que dejar el teclado y ponerme a faenar y no me apetece oye.
Besos mañaneros

 
At 06 noviembre, 2007 16:32, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Lamima

Es cierto que a veces la casa se nos come, yo tengo una fórmula: Le dejo hacer y atoq4t3`4gt4hn help qregadv

 

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