La curvatura de la córnea

30 julio 2008

Catedral de Teruel

La última vez que estuve en la Catedral de Teruel fue para mear junto a la verja de la puerta principal, pero desde entonces ya han pasado veinticinco años, fue durante las Fiestas de la Vaquilla y el delito contra el Patrimonio supongo que ya caducado. Ayer, investido por el apetito cultureta que me llegó con la cuarentena, visité la Capilla Sixtina del Mudéjar en respetable compañía, como se puede comprobar en la foto que acompaña esta nota.
La campana de algún reloj cercano marcó la hora del ángelus. La taquillera nos explicaba que las entradas para los jubilados tenían precio reducido. Le pregunté a mi madre, en tono cachondeojacarandoso, si era jubilada. Ella pasó de mi pregunta y se dirigió a la taquillera con esa sonrisa de abuela que vale un Potosí «Tengo 86 años. Soy vieja, fea, sorda y… jubilada» «Entonces» respondió entre risas «serán ocho euros»
Tuvimos que esperar media hora para la visita guiada que empezó frente al Retablo Mayor tallado en madera a mediados del sigo XVI por Gabriel Joly. La visita continuó por otras capillas de gran interés y belleza, pero a mi me gustó especialmente la de Santa Emerenciana, patrona de la ciudad, porque allí se encuentra, frente a Santa Marta y su cuchara, la imagen esculpida del sacerdote Dominico Joaquín Royo, primer santo turolense, además de participar en la traducción de la Biblia al Chino y ser natural de Hinojosa de Jarque, pueblo de las Cuencas Mineras con 1224 metros del altitud y un Parque Escultórico que recomiendo visitar.
La guía dejo para el final el verdadero motivo que hasta allí nos había llevado. Por unas angostas escaleras, que mi madre subió a ritmo de maillot amarillo, ascendimos hasta las balconadas que circunscriben la zona de la techumbre mudéjar de la Catedral. Esta joya de madera policromada data del siglo XIII y ofrece una interesante decoración de influencia islámica en sus formas geométricas y decoración figurada; además de mostrar el carácter cristiano de la edificación que la contiene con la representación de escenas bíblicas, santos y obispos. Pero quizás el rasgo más interesante sea el reflejo del Teruel medieval, y así podemos ver a reyes, nobles, cristianos, mudéjares, carpinteros, damas, caballeros, campesinos, escenas de caza, de guerra, un muestrario de animales fantásticos y un largo etcétera que forman un mosaico social de gran colorido. No se lo pierdan.
El calor había tomado las calles de la ciudad cuando regresamos a la solera, así que decidimos acudir a uno de los restaurantes que por la zona atisbamos. Ensalada fresquita, codillo de cerdo y natillas caseras con galleta fueron mis viandas que a gusto hubiera regado con un buen vino, sin embargo la prudencia, los seis puntos del permiso de conducir y los seiscientos euros de multa me aconsejaron agüita del tiempo que a la señora Rosario el agua fresca le sienta mal a la garganta. Un café en la Plaza del Torico y de vuelta al charco desde dónde esta noche de insomnio escribo estas letras.

Etiquetas:

29 julio 2008

Acento mutante

La primera mutación del acento de Demetrio ocurrió en las últimas curvas de las Cuestas Blancas, dónde la A-222 une la provincia de Zaragoza con la comarca de las Cuencas Mineras. Los síntomas iniciales fueron un ceceo casi imperceptible que amentó hasta alcanzar la plenitud sonora de un remix arábigo-madrileño en el casco urbano de la localidad turolense de Utrillas.
El fenómeno vocal se repitió con la frecuencia aleatoria del capricho. Demetrio viajó a Lisboa, Marruecos y Asturias sin sufrir alteraciones significativas en su forma de hablar; sin embargo su acento mudó de inmediato en cuanto cruzó el Guadalquivir por el Puente de Triana, o la tarde de invierno que pidió un café en la monumental Plaza Navona con el tono cantarín de los romanos. El extraño suceso a veces sólo duraba unos minutos, como en la Ciudad Eterna, pero en otras ocasiones se alargaba durante varios minutos, como le ocurrió en Sevilla.
Demetrio se levantó preocupado la mañana del pasado lunes. Su empresa había organizado una visita a la Expo Zaragoza para confraternizar entre los distintos estamentos y él había sido uno de los pocos obreros agraciados. No tuvo la valentía para negarse. Estaba aterrado ante la posibilidad de que un inoportuno efecto dominó provocase un cambio múltiple de su acento en cada uno de los pabellones que estaban previstos visitar. Su esposa le tranquilizó con la racionalidad que suelen aportar las mujeres a estos asuntos. «Hasta ahora tus cambios de acento se han producido cuando hemos viajado. La visita de mañana, por muy ExpoInternacional que sea, es al meandro de Ranillas, dónde hace cuatro días tu suegro recogía lechugas. Y deja que te recuerde una cosa, cuando te tomas más de tres pintas con el Señor Guinnes y tus amigos en el Commitments no te cambia el acento, bueno, un poco si, pero esos sonidos que farfullas, cariñito, no son precisamente irlandeses. Y ya sabes lo que dice mi madre» La suegra de Demetrio defendía la teoría de que aquella extravagancia de mudar el acento venía motivada por el cambio de aguas «Nada mejor» afirmaba, «que estar en casa para evitar tantas majaderías.»
La visita matutina comenzó en el Pabellón Kukuxumuxu de Navarra por aquello de rendir pleitesía a la Comunidad Foral dónde radicaba la dirección fiscal de la compañía, continuó en la surrealista burbuja instalada por los austriacos para recordar los orígenes del máximo accionista y terminó, por insistente petición de la señora del Director General, tomando un par de vasos de agua junto a la fotografía de un famoso manantial eslovaco.
La organización del almuerzo corría a cargo de la oficina de Recursos Humanos que había reservado en el restaurante Uruguay Natural especializado en carnes a la parrilla. Demetrio tuvo un arranque de ridiculez no dominada, un improvisado peloteo de supervivencia, un arrebato cantor para entonar la vieja copla de «Al Uruguay, guay. Yo no voy, voy, porque temo naufragar» El chascarrillo fue recibido con carcajadas y más de un directivo alabó su afán por hacer grupo.
Invitaba la empresa y por sugerencia del Contable se eligió el menú de 45 euros. Todos se decidieron por la ensalada templada con queso, filete de vacuno a elegir entre muy jugoso, al punto y cocido, y un tinto Montesierra del Somontano para velar por el orgullo regional de los empleados.
La camarera anotaba la comanda cuando Demetrio notó como su acento empezaba a resbalar hacía los países del continente americano. El aterrizaje lingüístico derivó su caída hasta el lugar previsible que la camarera situó, entre alborozos y con excelente precisión geográfica, en Punta Gorda, un barrio de Montevideo.
Demetrio estaba avergonzado por las miradas de sus compañeros de mesa. El Jefe de Compras afeó su comportamiento por olvidar las raíces imperecederas de la lengua castellana. La Secretaria de Dirección apuntó la inconveniencia de utilizar acentos de extraños lugares por la falta de costumbre de los oídos nativos. El Director General mantuvo un silencio reflexivo, se tomó su tiempo, un tiempo largo, largísimo, unos minutos interminables en los que nadie respiró por temor a molestar los pensamientos de quien les guiaba por la senda de la productividad fetén y los beneficios a tutiplé. Unas palmaditas en la espalda, las tres palmaditas por las que suspiraban todos los mandos intermedios de la compañía. Esa fue la señal inequívoca de su ascenso, el punto de inflexión en la carrera de cualquier empleado. Demetrio había entrado en el círculo de los grandes con acento uruguayo.

Etiquetas:

26 julio 2008

Yo era un bailongo

Yo era un bailongo. Recuerdo la reata de esperma bailando en cadeneta hasta que uno de ellos cambió el paso y me fecundó. Recuerdo mis bailes intrauterinos en las fiestas de San Cristóbal patrón de los conductores. Recuerdo el círculo para rifar con el chivirikú chivirika chivirikurikurifeo dónde siempre estaba bailando. Recuerdo cuando era lateral derecho y siempre bailaba samba a lo largo de la banda. Recuerdo haber bailado en todas las verbenas de mi pueblo en sesión de tarde, noche y charanga; con mi novia hasta su desfallecimiento y el resto de la velada con señoras, señoritas y algún marinero del Dédalo; también he bailado en la Playa de las Canteras con la gorra de paseo del Ejercito de Tierra como única vestimenta. Recuerdo la coreografía de la música del Telediario, de los pajaritos y hasta del Bimbó. En mi memoria guardo los nombres de orquestas míticas como Manci, Acrópolis, Zambra y un ciento más. En esa salsa me he criado musicalmente, en el territorio del baile agarrao. Un baile que yo también quise depurar, huir de la técnica pachanguera para aspirar al rigor académico de una escuela de baile. Me gustó la experiencia, domar los instintos para ceñirte a lo establecido, me gustó pero no pude resistirlo. La tendencia verbenera de pueblerino estaba tan metida en mi comportamiento ante el baile que, en cuanto olvidaba dónde estaba, cuando empezaba a disfrutar, entonces, ¡maldita sea!, regresaban todas las poses, los vicios y las malas costumbres de esos pasos torticeros que aprendí de jovencito. Así que tuve que dejarlo porque no disfrutaba, y el baile, señores, es la mejor medicina para olvidarse de este mundo y gozar de la estupenda sensación de ser el rey del mambo.
Las noche de los jueves en Expo Zaragoza están amenizadas por la Big Band JG Dancing Stars, una impresionante banda con una sección de vientos compuesta por nueve maestros (Nota para mitómanos: Juraría que el Trombón de Varas estuvo en el inolvidable Huracán Ambulante de Bunbury), batería, percusión, teclados, piano, bajo, guitarra, el director y cuatro cantantes, de ella, de la vestida de rojo, del color de su voz, de su figura, de su sonrisa, de ella me enamoré durante las dos horas de actuación, luego con las luces todo volvió a la realidad.
Una excelente verbena clásica ejecutada con maestría, un recorrido por todos los ritmos latinos, ¡Dios mío como frasea el cantante cubano de la banda!, el homenaje a Glenn Miller, Ray Coniff y Frank Sinatra, el pasodoble imperial, un bolero para derretirse y un rabioso swing. Una verbena de altos vuelos, elegante, exquisita, suavecita pero con ritmo, agradable, un espectáculo por todo lo alto que se repite todos los jueves en el Anfiteatro 43.
Mientras la verbena avanzaba y ganaba en adeptos, ¿qué hacía quien esto escribe? ¿Dónde paraba el bailongo declarado, el killer dancer de cuando el Chapito era el Rey? Era la primera vez en mi vida que asistía a una verbena sin dar un paso, ni un mísero paso, nada de nada. No me atreví a danzar sólo, la vergüenza hace tiempo que me prohibió bailar con desconocidas y allí estuve, sentado en el suelo, viendo disfrutar a los demás, que es una de las peores maneras de mirar. Marcaba el paso con el pie y poco más. En ese trance me fui hundiendo, entre una cañita y otra y otra más y poco más hundido, temeroso porque algún fusible dijera hasta aquí hemos llegado chaval, agazapado para sobrellevar algún peligroso ataque de melancolía, triste, muy triste, consciente de la caída en picado, disfrazado de carcamal, agonizante tras el objetivo de la cámara de fotos.
Pero aún guardo una esperanza: Volver a ser el que rompe el hielo de la pista vacía, como hicieron estos señores de ahí abajo:

Etiquetas:

25 julio 2008

Corita Viamonte y El Cabaret Líquido

Para Guillermo y Laura. Gracias por vuestra amabilidad. La fila para entrar al Balcón de las Artes Escénicas sobrepasaba con generosidad las vallas instaladas para contener el aforo del recinto y aún faltaban cuarenta minutos para el comienzo de la representación. Dos voluntarias comenzaron a contar a los asistentes, el corte se hizo a más de cinco metros de dónde yo me encontraba. Estaba a punto de resignarme cuando en azar me llevó a dar con uno de los Técnicos de Espectáculos. Saludos de rigor, resumen de lo visto y oído en la Expo y una invitación tan inesperada como imposible de rechazar. «Dame un segundo» me dijo «que pregunto si puedes ver la función entre cajas»
La regidora del evento me dejó pasar y yo, que recordaba su cara, le dije que a ella la prefería sobre los escenarios. Me senté sobre un arcón de los de guardar el atrezzo con ese regusto de ver a los artistas desde otro punto de vista, porque es cierto, que ya he estado otras veces entre cajas pero siempre con ese gusanillo del que tiene que salir a dar la cara, y el ánimo no es el mismo que el de observador. Detuve la mirada en los elementos teatrales que me rodeaban: Vestuario, focos, la máquina de fabricar humo, actores calentado la voz, los músicos apurando el trago y los técnicos atentos a los últimos detalles.
Faltaban cinco minutos aunque nadie lo gritó por los pasillos. Corita llegó sonriente y se sentó a mi lado, ahí, al ladito para regalarme una cariñosa carantoña. Comenzó la función y la gran dama del Cuplé se lo pasó en grande, aplaudió a rabiar a su compañeros mucho más jóvenes que ella, rió con las situaciones cómicas y jaleó sin cesar al estupendo elenco de la compañía de Laví e Bel, unos actores que cada dos semanas cambian el repertorio para dar vida a distintos tipos de cabaret. Esta semana le tocaba al cabaret español.
El viaje comenzó con una propuesta temporal, una invitación a viajar hasta 1938 a bordo del barco Revolución y con rumbo a Utopía. Ya les adelanto que el barco llegó al puerto deseado aunque a mitad de la singladura tres personajes históricos tomaron la escena, los mismos personajes que minutos antes circularon entre cajas por delante de mi sorpresa: Hitler con medias de rejilla, Franco con ligero de calcetines y Mussolini con unos calzoncillos granates de lentejuelas. No se preocupen, no desveló ningún hilarante efecto con la descripción anterior porque es de otra guisa como se desarrolla la hilarante parodia de los dictadores.
Corita Viamonte tomó posesión del escenario en medio de esta propuesta y lo hizo como artista invitada. La cupletista empezó por todo lo alto, bajó al patio de butacas y sentó cátedra con su personalísima versión de “La Violetera”, regresó al proscenio para invitar al público a hacer coros en la famosa “La chica del 17” y continuó con “El Relicario” acompañada por las castañuelas. El resto del elenco de la compañía Leví e Bel siguió la actuación desde la admiración y con jaleos que la colocaban en la categoría de «Grande Corita, que grande eres» El final tuvo el broche de oro de una gran canción del más grande. Corita Viamonte hizo una versión maña en los andares y en los tonos de “My Way” uno de los clásicos de Frank Sinatra.
El espectáculo continuó y Corita se sentó de nuevo a mi lado, regresó aún más sonriente tras el baño con el público, tuvo gestos de amabilidad con la regidora y los técnicos, besó a una de las chicas de la compañía y recibió la carantoña de su pianista. Tanto talento alrededor me alegró y deseé con todas mis fuerzas una transfusión mediante osmosis inversa, pero me temo que eso no sucedió.
El barco continuó el rumbo fijado por el timón de una banda de músicos que dieron prestancia al espectáculo, la música en directo siempre es un aliciente para el espectador, además de servir como inmejorable soporte para los excelentes actores. Un equipo de profesionales que reivindicaron con energía y oficio el genero del Cabaret como vía de escape para la realidad que nos rodea, una huída que deberíamos dirigir hacia territorios adornados por el talento antes que por la alienación barata de algunos inventos literarios, catódicos o musicales.
El coro final invitó a cantar una tonada tan revolucionaria como «Para que quieres lo material», un mensaje que impregnó las paredes del teatro y poco más, porque el espíritu burlón del Cabaret se disolvió cuando se apagaron los focos, se difuminó con la luz de sala y se desvaneció ante la tozuda realidad.
Una realidad a la que regresé con un trocito de la fantasía, un regalo que encabeza esta entrada en forma de fotografía dónde luzco orgulloso, y un poco pasadito de kilos, junto a Corita Viamonte, un icono del cuplé y referencia inmortal en la memoria de muchos zaragozanos.

Etiquetas:

24 julio 2008

Festival of Life, de Kansai Yamamoto

La expectación era máxima en la plaza Distrito 50 de la Expo cuando los altavoces anunciaron que el espectáculo se retrasaba veinte minutos por problemas atmosféricos. Mientras el personal pitaba yo me dediqué a escrutar el cielo, hacía menos de un cuarto de hora que una chaparrón había descargado sobre el ExpoBus3 a su paso por el Ebro, pero el cielo de Ranillas parecía despejado, aunque al fondo en dirección Sur, se veían unos temerosos relámpagos. Pasaban diez minutos de la hora prevista cuando una escuadra de abanderados multicolores desfilaron para dar paso a una gigantesca serpiente y al fuego sobre la tierra. Atronaron los tambores como tributo de bienvenida al tigre y al dragón volador gobernado su vuelo por hombres trabajando en equipo. Ese es el mensaje que se encierra en este espectáculo de calle, para garantizar la supervivencia en el planeta los hombres han de colaborar con los animales. Los aplausos del público celebraban esa comunión cuando la tormenta descerrajo la más negra de sus nubes y las gotas dispersaron a los pobres espectadores asustados. Los hombres y mujeres ataviados con kimonos permanecieron en sus puestos al capricho de las gotas que, cada vez más intensas, empaparon sus cuerpos y alentaron sus almas. Al grito unísono de la colaboración tiraron de sus cuerdas y maniobraron para que el globo aerostático pendido sobre nuestras cabezas descendiera a suelo empapado.

23 julio 2008

Nube Bar en la Torre del Agua

El conductor con gafas falsificadas de sol y cadena Dial en la radio del ExpoBus3 la desafió con la mirada cuando el lector de tarjetas anunció que su saldo era mínimo. «Pues ahora voy a joder la marrana», pensó mientras sustituía «joder» por «fastidiar» Ocupó uno de los asientos azules que la canícula veraniega del medio día había dejado huérfano de discapacitados. La rebeldía le duró hasta que cedió su lugar a una peripuesta componente de la Tercera Edad con cardado rubio platino, moreno socarrat de piscina de barrio aderezado con aceite de almendras amargas como la pensión de viudedad, y toda la bisutería de los Grandes Almacenes To Chu Li.
— Gracias maña — dijo la vieja. — Ya me avisarás cuando lleguemos a la “Sport”
— No se preocupe señora — contestó Ángela. — Es la última parada.
La silueta de la Torre del Agua la imantó. Recorrió con mirada curiosa la sinuosidad de su geometría, un vertical detenimiento que la llevó desde el Este de punta aguda hasta Las Curvaturas del Oeste. Caminó despacito hasta la entrada, depositó el bolso sobre la cinta del escáner y pasó bajo el arco antiterrorista con las llaves y el móvil en los bolsillos. Era la única perversión que no podía evitar. La alarma alertó a un criollo de más de dos metros que la cacheó con un detector electrónico de mano, Hmmm de mano. Eso fue todo, un casi orgasmo con el sueño mestizo de aquel tipo y su detector de chicas malas, y ella, a partir de ese día iba a ser muy mala, se acabó la «Ángela eres angelical» a la que todos terminaban por desplazar, ignorar y putear.
La planta baja era un enorme contenedor con resonancias acuíferas, un repiqueteó permanente de virtuales gotas de lluvia. Una chica vestida de azul Fluvi le indicó el camino a seguir al reclamo de “Somos Agua” Lo hizo en zigzag para esquivar un bosque de círculos de diferentes tamaños que cambiaban de color al capricho táctil de los ExpoVisitantes. Casi sin darse cuenta se encontró en la boca de un túnel que prometía la experiencia sensorial de pasar en pocos segundos del caluroso desierto al frío polar, una alegoría perfecta sobre sus oscilaciones emocionales que comenzaban con la estroboscópica versión house de Paquito el Chocolatero en algún lamentable garito dónde intentaba olvidar la tortura diaria de ocho horas laborales de vacío, de un silencio destructivo, de un ambiente enrarecido por envidias, odios y el instinto asesino de los depredadores, de los chupapollas profesionales, de los trepas con hipotecas de adosado, playa y montaña; unos tipos incapaces de comprender su afición por las discusiones literarias dónde los reyes del mambo sacaban a bailar boleros a las poetas de labios rojos como si de verdad ellas fueran las musas que traían relatos dignos del papel. El vaivén terminaba en masturbación de café y sofá durante los quince minutos publicitarios que preceden a los telefilmes de domingo por la tarde que tanto le gustaban.
Intentó saltarse las normas de circulación y salir del edificio por la misma puerta por la que había entrado. No pudo, se lo impidió un trío de voluntarios que le indicaron, media docena de veces, la ruta de salida «Tiene usted que subir por los diferentes tramos de escaleras mecánicas hasta la séptima planta, allí tiene dos posibilidades, puede volver caminando a la primera planta y regresar a la calle, o seguir la senda que asciende por el perímetro interior de la Torre. La caminata de setenta y cinco metros de altura tiene como recompensa unas vistas espectaculares de la ciudad y un merecido descanso en el Nube Bar»
La algodonosa tentación de ascender al sueño de una nube y tomarse un combinado celestial elevó su ánimo, sólo tenía que girar y girar y girar dentro de aquella estructura gigante con forma de gota en cuyo vientre vacío, blanco y vertical, se suspendía los restos inmovilizados de una salpicadura acuática. La escultura desparramada recibía el baño entusiasta de innumerables flashes destinados a la inmortalidad digital de aquellos trozos que, a primera vista, parecían situados a capricho del autor pero que a media que se ascendía en torno a ellos, ejercieron un influjo hipnótico que la alejó de la realidad asalariada. Las vueltas y vueltas y vueltas alrededor de aquellos fragmentos acerados eran tan blancas que le revelaron una vida encalada por los esfuerzos dedicados al amor nunca correspondido lo suficiente, por los amigos adosados que nunca serían la panacea establecida por las series de televisión, y por los proyectos de futuro tan imbéciles como ser feliz en las noches de insomnio, encontrar la sabiduría en las santísimas páginas de Google y conseguir orgasmos clitorianos con unos dedos ajenos a las cremas de manos más caras del mercado oleaginoso de los cosméticos de alta gama.
El ascenso por tan blanco camino modificó la presión arterial de su flujo sanguíneo hasta que las defensas contra lo tangible establecieron un plan de optimismo centrado en avanzar unos pocos metros en el futuro. La ensoñación modificó la naturaleza de su pensamiento y entre vahos de alegría surgió la visión del Nube Bar que esperaba en la cima del nuevo icono de una Zaragoza moderna y digital; un lugar con paredes tapizadas de cuero blanco, suelo blanco de fina arena decorado con cojines blancos rellenos con plumas blancas, tenues luces blancas y camareros altísimos con chaqués blancos, perillas blancas, blancas patillas sobre piel cetrina y el marcado acento de los machos más apuestos del sur, allí dónde el sol se pierde sobre un mar blanco. La visión era tan tentadora que los últimos metros los hizo a la carrera.
La primera decepción fue la imposibilidad de mirar desde una terraza enfrentada a la brisa del Moncayo. El horizonte estaba secuestrado por la marañas de vigas blancas que conformaban la silueta exterior del edificio, por los cristales opacos de tanta suciedad y por las cabecitas de los ExpoVisitantes danzando de aquí para allá al soniquete de «El cielo esta gris»
La segunda decepción fue el topetazo con la realidad de un Nube Bar. Un garito prefabricado de gris y carteles con fotografías de una tortilla de patatas pluricelular, un café plastificado con leche y unas empanadillas con la firmeza romana del adoquinado. El Nube Bar era un adefesio con vallitas negras para ordenar las filas de ExpoClientes en chancletas y sobrero de paja que después de hacer su pedido se sentaban en unas sillas blancas del peor gusto desde dónde miraban a un horizonte que ya no estaba allí.
El desencanto conquistó la sala de control del sistema de desplazamiento cuando la vieja del ExpoBus3 agitó a modo de saludo un churro grasiento con forma de lazo. La respuesta emocional a tanta fritanga puso en marcha el protocolo de autopropulsión que comenzó a la carrera de un salto al vacío.
Ángela voló por encima de la barandilla. La caída incumplió las leyes de gravitación universal en el apartado de la aceleración. La lentitud fue como la de los buenos espectáculos circenses. El interminable ascenso y descenso de los ExpoVisitantes por la senda blanca se detuvo. La elegancia de la caída libre alcanzó su máximo esplendor cuando sorteó los trozos de “Splash” sin ni siquiera rozarlos, una coreografía al ritmo acuático de las gotitas decibélicas emitidas sin pausa por los micro altavoces de última generación. Los aplausos del respetable la acompañaron hasta que depositó su cuerpo sobre el suelo blanco mientras los flashes inmortalizaron su gran momento. El primer ExpoSuicidio fue todo un éxito.

_______________

La fotografía de la Torre del Agua al atardecer es de Montse Grao.

Etiquetas:

21 julio 2008

San Tranquimazín, un poema de Sagrario Manrique

16 julio 2008

Tan seco

Las gotas de tormenta me acompañaron durante más de tres horas hasta que alborozadas se mezclaron con el mar. Ese fue el primer presagio de que algo no iba bien.
Ha regresado como ya lo hizo en el pasado y supongo que lo hará en el futuro. Ya esta aquí la indolencia que me invita a quemar mi casa, a darle fuego a esta fuente de satisfacciones, a demoler este remanso dónde vengo a juntar letras. Ya llegó la desagradable sensación de ¿peroquecoñoestashaciendochaval? andaytirapa`lla (los insultos no los reproduzco)
Es la resaca de las olas, del vaivén, el mareo que produce esta constante búsqueda por contar, pero ¿contar qué coño? si no me siento a pensar historias, si la tele me tiene abducido con cuatro chavales en un Karaoke, si el verano me deja sin lecturas, si ando trastavillando en este turno de noche que no me deja dormir.
El lunes dejé el mar y fue la primera vez que su espuma no me dicto una historia. Nada, ni los piratas que no regresaron, ni las estrellas que dejaron de alumbrar, ni la luna tan menguante como mis deseos, ni siquiera el empedrado adulterado por tenderetes fotocopiados para despistar a turistas con la crisis metitida en sus bolsillos. Nada, sólo dormitar hasta comprobar como la clase media de este país se dedica a tirar comida en los bufetes libres de pipirana y fritanga, como si esa ostentación en el derroche fuera el marchamo de sus fantasías pequeño burguesas. Estúpidos. Y yo con ellos, ajustando los garbanzos para que no sobre ni uno, rebañando el platito con dos chuletitas de cordero argentino y un postre minúsculo de flan y micro tarrina de helado compartido para que no sobre nada, para que el camarero magrebí no vomite ante el despilfarro ignorante de una clase media que nunca dejaremos de pertenecer a la baja estofa que se ahoga entre la ignorancia y la ansiedad de una fila para trincar doscientos pinchos morunos y dejarme sobre la mesa los que me salgan de los huevos que para eso he pagado chaval canoso y con exceso de grasa en los mofletes, en la papada y en la imaginación. Y el último niño cabrón me quita en el último suspiro la última galleta de la última fuente con las últimas natillas del último día de playa. Tres días de pensión completa, sol patrio y arena nacional me han dejado tan seco que me duele escribir.

15 julio 2008

[Se preparan las armas], un poema de Alonso Cordel

14 julio 2008

Pedro Arrojo en la Tribuna del Agua

Para ser correcto tendría que empezar esta reseña con una breve nota biográfica de Pedro Arrojo, pero no lo voy a hacer y ustedes me disculparan, ya saben que con un golpe de teclado esos datos están en la red.
Para continuar con la corrección debería resumir con precisión y abundantes datos lo que Pedro Arrojo explicó en el Ágora de la Tribuna del Agua en la Expo Zaragoza 2008, eso si que me gustaría pero olvidé la libreta y el bolígrafo, más bien fue un trueque doméstico entre estos elementos de papelería y un peazo de bocadillo de lomo con pimientos verdes y queso, un despiste imperdonable aunque el bocata estuviera de chúpame dómine. En todo caso haré un esfuerzo.
Pero Pedro Arrojo nunca olvidó que es un profesor, varías veces comparó a los presentes con sus alumnos, y se empeñó en hacerse entender, no sólo con la palabra, también con sus miradas y apelaciones directas al público, uno de los factores más importantes de su pasión comunicadora,, con esa actitud se ganó al respetable desde el primer segundo, además de hacer una exposición muy bien estructurada, de verbo ágil, aderezada por excelentes ejemplos ilustrativos y una gestualidad que me recordó a los buenos actores; una interesante aportación en esta época mediática dónde el dominio escénico y la capacidad para entretener son fundamentales, aún cuando los asuntos a tratar sean tan complejos como la gestión racional del agua.
El motivo de la ponencia fue la presentación del documento "La nueva cultura del agua y la sostenibilidad ante los nuevos retos que plantea el siglo XXI". Se hizo a modo de entrevista pero como la entrevistadora no dijo su nombre pues eso, que no la puedo citar. Pedor Arrojo comenzó recordando los inicios del movimiento ciudadano y como se originó ese concepto que ahora, incluido el presidente Zapatero, anda en boca de todos. “La nueva cultura del agua” fue la etiqueta que marcó algo que los estadounidenses vienen haciendo desde los años ochenta del siglo pasado: Cambiar el modelo de gestión del agua para pasar de un aumento incontrolado de la oferta a una regulación sostenible de la demanda. Eso significa olvidarnos de las grandes obras hidráulicas pagadas por el erario público para centrarnos en conseguir una gestión eficaz en el consumo, la reutilización y distribución de las aguas.
Pedor Arrojo dedicó gran parte de su ponencia a explicar cuales deberían ser los nuevos conceptos en el consumo del agua y me resultó especialmente edificante como en su discurso, al contrario que suele hacerse en algunos ámbitos ecologistas, no renunció a la economía de mercado como elemento esencial para el desarrollo con respecto al agua, simplemente la acotó en sus justos términos dentro de los tres conceptos fundamentales que manejó para explicar como deberíamos gestionar el líquido elemento.
El agua como parte de los derechos humanos y, como escalón imprescindible el para conseguir el desarrollo, una fuente pública y gratuita dónde las necesidades básicas estuviesen garantizadas y tasadas en el orden de 30 litros por persona y día.
El agua como derecho ciudadano para conseguir un bienestar de vida razonable, aquí ya entra la economía en forma de contador. Las autoridades garantizan la gratuidad para la cantidad de agua tasada como derecho fundamental pero cobran el gasto de llevarla hasta casa en el caso de la consumida como derecho ciudadano. El gasto en estos dos conceptos no supera el seis por ciento de las aguas dulces de las que disponemos y, por lo tanto, no sería cierto hablar de escasez en términos estrictos.
El resto del agua es toda aquella que se usa para hacer negocio, una parte muy respetable, incluso admirable de su uso, todo el mundo tiene derecho a hacerse más rico y a generar riqueza. En ese caso el tratamiento del agua debería ser como el de cualquier otro bien y debería tener un precio marcado por el precio de su traslado, entrando de lleno en el campo de cualquier otra materia prima que se paga origen y que es manufacturada para conseguir un beneficio.

13 julio 2008

Cristina Verbena cuenta historias de mujeres

Los ingredientes del gazpacho se maceraban desde la víspera, así que sólo tuve que pasarlo por la trituradora y una sesión de chino. Corté los tropiezos de tomate, pimiento y pepino y ¡ay con lo que me gustan! olvidé cocer un par de huevos. A las diez en punto ya estaba esperando el ExpoBus con esa emoción que me da ver a los turistas haciendo una fila como manda la urbanidad y el decoro, algo civilizado, muy lejos de esas aglomeraciones sin orden ni concierto que solemos montar los zaragozanos en torno a la parada del bus. Pico mi abono transporte y abro las orejas para deleitarme con una familia, todos guapísimos, hablando en alemán, más allá el sonido del portugués de una joven con pelos rastas, a mi lado un navarro de la ribera habla de las fiestas de su pueblo, mientras seis andaluces de Sevilla hacen guasa con la cabeza de Fluvi. Con tantos acentos a mi alrededor no hay quien me pare y me arranco con el tonillo inconfundible del Mago de Oz para cantar en inglés macarrónico eso de “over the ebro river”
Una última carrerita para llegar al Pabellón de Zaragoza en la Expo 2008 como a mi me gusta, diez minutitos antes de que empiece el evento. En la puerta un corro de mujeres bordan el Ebro, en el interior un desayuno tertulia circular para hablar de las Políticas de igualdad entre, por lo que escucho, el hombre y la mujer. Me cuesta concentrarme, me parece que las once y media es hora más de almuerzo que de desayuno, así que supongo que llevan allí un buen rato debatiendo sobre esta interesante temática. Afino el oído porque no me quiero perder el resumen de lo que allí se ha debatido, pero el resumen no llegaba y la hora fijada para el comienzo del acto que hasta allí me había llevado se retrasaba más y más. Temí por una suspensión de última hora pero fue entonces cuando la vi, ella me sonrió y yo respondí con un saludito un poco soso, agité la mano como si fuera un Borbón. El debate continuaba bajo el rótulo de “La mujeres crean. Gota a gota las mujeres hacemos futuro”, discursos pausados, pelín encendidos otros, palabras interesantes y vuelta a comenzar con los argumentos y con los agradecimientos y con las medidas legislativas, laborales y sociales y la paridad y la corresponsabilidad y más palabras que retrasaban la hora del cuenta cuentos, porque yo me había desplazado desde mi barrio hasta la Expo para escuchar a Cristina Verbena y si, que ya se de la importancia de estos actos de reivindicación de la mujer y Rosa Borraz, que cada día se parece más a Concha Velasco, presidiendo la mesa de un desayuno-tertulia que se pasó treinta minutos de la hora establecida, no parece importante, pero para mi lo fue porque yo dejé a mitad de cocinar unas tajadas de bonito con tomate para disfrutar de una horita enterita con las historias de esta excelente narradora.
Olvidemos el asunto y a los tipos que antes de que la cuenta cuentos se despidiera empezaron a mover sillas, a desplazar mesas y a colocar una cuerda de esas granates que separa a los mortales de las autoridades para no me pregunten que otro evento, olvidemos esa falta de respeto al artista.
________
Llegó vestida de azul. Ese cambio de tonalidad en la vestimenta la hace aún más elegante, azulito hasta las rodillas y una sobre falda un poco más oscura, las mangas mágicas como su sonrisa. Empezó cantando y se fue hasta los Balcanes, después nos contó que para inventar una silla antes tienes que inventar la madera, los clavos y el martillo, eso y que a veces tenemos que meter en nuestra casa hasta a quien nos trae las desgracias. Un cuento africano para hacernos pensar sobre lo peligroso de desear según que cosas para las que tal vez no estemos preparados y, como el tiempo disminuido se agotaba con rapidez, un par de historias que parecen, sólo parecen, disparatadas porque nos hablan de mujeres que lo piensan todo, todito, todo; y otras (aunque a veces son las mismas) que todo lo tienen organizado de antemano, pero todo, todito, todo; y que ja!, por mucho que te empeñes, querida Super Woman, no puedes pensarlo todo, ni organizarlo todo. Y otra vez al cántico de los Balcanes porque nos tenemos que ir, y que si, Cristina Verbena si, ella si cumplió con el horario.

12 julio 2008

Dentro de mi otra isla

Estuve tentado en ir a ver bailar el tango pero al final opté por acudir a la representación de danza afrocontemporánea “Dentro de mi otra isla”, una creación del grupo mozambiqueño Culturarte.
Confieso que no soy un asiduo a la danza, temí que esa carencia me imposibilitara comprender el argumento de lo que se me ofrecería en escena. Durante los primeros cinco primeros minutos anduve perdido pero de repente empecé a verlo claro. Los bailares había dividido el espacio en dos contextos diferentes y que estaban marcados por la relación con el agua; uno de ellos representaba la escasez y el otro la abundancia, una abundancia simbolizada con mucha imaginación, en este punto prefiero no desvelar nada más.
Estaba eufórico porque, equivocado o no, había encontrado un sentido narrativo a la coreografía, entonces llegó una transición a negro y zas!, sobre las tablas una señora de la organización, focos blancos y las caras de los bailares todo un poema. Se acerca al proscenio y con una verborrea pelín acelerada nos informa que el espectáculo se interrumpe entes de llegar a su final por problemas en el complejo programa de los eventos Expo.
No doy crédito. Son las 21:45 horas y el siguiente espectáculo en el Balcón de las Artes Escénicas esta programado para las 00:15 y, en cualquier caso señores, ¡si no tienen tiempo no programen la función! Los bailares reaccionaron y comenzaron a aplaudir con las bocas todavía abiertas, desde el público contestamos con más palmas y yo seguía sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo. Salí del teatro con la intención de acercarme hasta las casetas de información que se encuentran en cualquiera de las tres puertas de acceso al recinto Expo y formalizar una protesta. Fue entonces cuando llegó la tormenta:


La tormenta fue de las de no te menees y suspendemos el concierto de Estrella Morente-Dulce Pontes por problemas meteorológicos. Estaba empapado, el cierzo comenzó a soplar, regresé a casa y no mostré de una manera oficial mi disgusto a la organización por lo ocurrido en el Balcón de las Artes Escénicas. Sin embargo, lo he hecho desde este teclado vía on line, si se producen novedades les mantendré informado.
Y sigo sin dar crédito del poco respeto mostrado hacia los artistas. Pero no se preocupen, mañana otro ejemplo.

11 julio 2008

"Cinco Días de Agosto", de Carmen Ruiz


El pasado diez de junio fue la primera vez que sus labios no estaban pintados, quizás porque era tan innecesario en la caseta de la Editorial Eclipsados de la Feria del Libro de Zaragoza como imprescindible para leer poemas al calor de los focos, y yo a Carmen Ruiz Fleta siempre la había visto al cobijo de la pátina de los eventos culturales de calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Aquel día de tormenta prometí empezar su nuevo poemario el primer día del octavo mes, así dicho me sonaba a conjura, pero “Cinco días de agosto” decidió no esperar y hoy he terminado su lectura.
La autora me trata de usted en la dedicatoria que me regaló, para reponerme doy un salto hasta la contraportada dónde se afirma que cinco días no son suficientes para describir un sentimiento pero sí para vivirlo en todos sus matices, y eso es lo que hace Carmen Ruiz Fleta, nos propone una ruta en la que muestra los sentimientos que aderezaron una historia amor. Todos tenemos una historia de amor por contar y la singularidad de la misma no radica en el itinerario, en las etapas por las que circula, esos recorridos suelen ser caminos comunes. La autora nos ofrece una guía, la invitación a zambullirte en una experiencia de cinco días pero, te lo advierto amigo lector, este vía crucis de una semana laborable puede ser engañoso, puede convertirse en un oráculo capaz de demostrar que tu historia de amor, esa por la que aún suspiras, sólo se encuentre a mitad de camino, un trayecto que puede durar entre un segundo y toda la vida.
El yo poético de “Cinco días de agosto” se nos presenta en una piscina dónde una chica de biquini azul mira a un caballero de armadura (Angel Gracia dixit) “Si vienes hasta mi toalla te dedicaré una sonrisa”. La chispa prende en la yesca del primer deseo, una pulsión en busca de la íntima satisfacción del placer “Haz la penumbra y deséame suave, un poco sólo al principio”, pero de inmediato acuden las preguntas, esas que sólo se pueden responder durante las noches amarillas del verano “Acuérdate, amor mío, de contarme breve todas las bocas que has besado” El objeto del deseo como botín y la estabilidad del placer son el mejor caldo de cultivo para la incomunicación, para el vuelo de los pensamientos, una parada que puede durar desde una jornada laboral hasta todas y cada una de las horas del resto de la vida y sólo decir “no espero que me entiendas” El silencio explicitito es, en ese jalón del trayecto, la frontera natural para llegar a la discusión ataviada “con la boca sedienta de argumentos y otra mañana al acecho.”, y del desencuentro de “tus uñas desfilar hirientes por mi pecho”
La primera etapa llega a su final y el amor se refugia bajo el caparazón de “Mejor pasar sin huellas” para regresar al mundo y disfrazarse de “barra libre”, una huida que nada vale porque la amante sólo espera el regreso del amor entre “palabras mordidas y el corazón ensalivado.” Y mientras tanto la vida sigue el curso monótono de los acontecimientos afeados por los vecinos y sus vidas anónimas, ignorantes de la complejidad de sus sentimientos, hipócritas de ascensor y “de sonrisas en el rellano” Un tiempo que llama a los recuerdos de cuando la felicidad era tan simple como para situarse al volante de “un errecinco granate metalizado”, tardes para darse un baño de masas como en “un escaparate” y regresar a “los silencios con demasiadas palabras”, allí donde “Pensaba que era incapaz de entender el mundo sin el abrigo verde de tus ojos” y horas, y más horas, todas las horas, “A esta hora interminable, es ahora cuando más necesito amarte”, la hora de la transformación en “la baba del caracol” que siempre indica “el camino a casa” y, justo antes de terminar con todo, un puntito de decaimiento en el recuerdo de “las primeras veces que trepabas por mis piernas.”
El momento de la ruptura ha llegado entre el recuerdo del pasado y la desorientación del presente. Lo hace “ante el espejo”, un lugar mágico dónde ella decide “que voy a marcharme”, que ya pasó el tiempo de la “prórroga” de un “partido perdido de antemano.” El vidrio quebrado y el amor roto hieren al “deseado”. Pero la primera bala nunca mata y los amantes buscan “por las calles de Nueva York” el último impulso para recuperar lo definitivamente perdido, un viaje tras el cual “se acabará el cuento, y que todas las cosas son ya la última cosa”. Y claro, que una cosa es pensar y otra muy distinta vomitar los sentimientos para mentir sobre ellos, para sobrevivir al ataque de la autodestrucción de “Estoy aprendiendo a vivirme sin ti”, y no saber si vivir o terminar de morir. Ella elige mirar al futuro de “me compraré un palacio verde”, un intento fallido porque los recuerdos vuelven para decirle al oído que “Los días de agosto no se repetirán nunca.”
El acto de valentía que supuso abandonarle no deja un rédito positivo en los sentimientos de la autora, al contrario, la decadencia empieza a rodearla para “A fuerza de ser alimento me he quedado vacía; vacía y seca, cáscara de lo que fui, un rasguño de carne que madruga y desaparece” La autora se asoma al precipicio de la autoinculpación de todos los males, incluida la sequía creativa: “De mi dolor no nace nada” “Las palabras se han ido como te has ido tú y ni escribirme puedo” Pero es una impresión errónea y aquí esta este libro para demostrarlo, las palabras llegaron hasta Carmen Ruiz para encontrar una salida “en el sofá y Calamaro en el oído” pero el libro depara una sorpresa en esa vuelta a lo cotidiano. Un final, querido lector que deberás buscar en las páginas de “Cinco días en agosto” aunque sólo sea para comprobar si el viaje de la autora es el mismo que el tuyo, o muy diferente porque, ya lo sabes, todos los caminos del amor pasan por el deseo, la pasión, la incomunicación, el regreso, las dudas, la decadencia, las palabras y la falta de ellas, capítulos que todos hemos escrito pero que siempre son diferentes, un catálogo de todos los lugares por los que hemos pasado y aún tenemos que pasar, , por las fotos que aún quedan por disparar y por todas las archivadas, por las lágrimas olvidadas y las que vendrán, por todos esos ingredientes mezcladitos en la cubitera que Carmen Ruiz Fleta agita con la elegancia y la brillantez de los XXXII excelentes poemas que componen este libro
.

09 julio 2008

Sergio Algora ha muerto

Lo he leído en la edición digital del Heraldo de Aragón: Sergio Algora ha muerto. No, no voy a escribir una reseña de su obra, no sabría hacerlo de tantas cosas que tendría para contar. Sólo quiero recordar que hace un año, cuando mi pericia audiovisual era aún más insignificante que ahora, le dediqué una entrada de esta bitácora titulada “El último día de verano

07 julio 2008

Manuel Vilas y los urinarios de la Expo.


El Comandante Vilas tiene un columna en el Heraldo desde dónde habla de la Expo o de lo que le da la gana que para eso es el Comandante Vilas de los versos largos, y cuando uno tiene los versos largos el resto de las cosas las tiene cortas, por eso tal vez no se atreve a mear en los urinarios de la Expo. En su columna del día uno de julio afirmaba que los urinarios de la Expo se llaman Sanindusa y que no conocía esa marca. El comandante Vilas no ha meado en la Expo y creo que no lo hace porque con los versos largos ya tiene bastante. El comandante Vilas no sabe que los urinarios de la Expo se llaman Urimat, unas maquinitas cojonudas que encienden una lucecita cuando llevas tres segundos meando, tal vez el Comandante Vilas no sea capaz de mear durante los tres segundos requeridos porque no tiene suficiente tiempo para componer uno de sus versos largos. Las Urimat de la Expo además de encender una lucecita a los tres segundos de comenzar la meada son mogollón de ecológicas porque gracias a su sistema hidrostático no consumen agua, atrapan los olores y conducen el residuo de tanta Ámbar consumida en el vaso del Fluvi sin necesidad de productos químicos. Pero claro, el Comandante Vilas se pondrá ciego a cervezas exóticas en el Pabellón Vilas que le ha regalado el Alcalde, y se meará por las paredes de dónde le venga en gana que para eso es el poeta de los versos largos pero te aviso Comandante Vilas, el 20 de julio, después del concierto de Patty Smith te reto a una meada en el Urimat que elijas. Ahí comprobaremos cuanto de largos son tus versos y la duración de tus meadas. Todo por los fans.

Etiquetas:

06 julio 2008

Enrique Morente al son de agua

Siete hombres en una noche de julio: Enrique Morente, dos bailaores, dos palmeros, uno al toque y otro al cajón. Ya esta todo dicho salvo una oración a Nuestra Señora de las Angustias patrona de Granada, una plegaria para que fulmine con un rayo a las cotorras del todo incluido que cacarean sus estupideces entre teléfonos móviles y sus tetas de silicona, a los loros ignorantes que berrean sus compras en no digo dónde, a los espectadores domingueros sin sentido del ridículo que se dedican a vociferar mientras el maestro sobre el escenario da una lección de sobriedad, arte y poderío.



05 julio 2008

Agua y poesía con Luís Alberto de Cuenca

Magdalena Lasala, en su condición de Presidenta de la Asociación Aragonesa de Escritores, presentó en la Tribuna del Agua a Luís Alberto de Cuenca como un poeta de la experiencia, de la lírica, de la ironía, elegante, desenfadado, fresco, profundo y reflexivo, además de amante del cine y del cómic. La avalancha de adjetivos podría parecer fruto de la buena educación de la anfitriona, pero ese espejismo pasó cuando la impresionante biografía del invitado quedó expuesta sobre la mesa, tanto en su faceta literaria, como en el ámbito académico y hasta como gestor en la Administración a niveles de Secretario de Estado. Aún no habían pasado cinco minutos y ya me sentía incapaz de preguntarle al invitado por su trabajo como letrista en los inicios de la Orquesta Mondragón.
Luís Alberto de Cuenca se acercó hasta la Tribuna del Agua para darse un paseo por los caminos que unen el agua dulce con la poesía española. Para ese viaje utilizó una publicación no venal que le fue encargada en el año 2003 por el Canal de Isabel II. Una edición que tal vez debería ser recuperada para la resaca post Expo.
La antología recoge todos los periodos de la literatura en castellano: El Medievo, el Renacimiento, el Barroco, el Neoclásico, los siglos XIX y XX y un capítulo especial para los autores sudamericanos.
El viaje fue fascinante. Luís Alberto de Cuenca hizo una excelente lectura de cada uno de los poemas, sumó un brillante discurrir de un periodo a otro y fraguó un entretenido discurso, erudito pero ameno, para todo ello se apoyó en la fluidez de la palabra que brotó libre, sin las ataduras de lo previamente escrito. Así descubrimos la relación del agua con multitud de autores: Jorge Manrique y la máxima “el agua es fluir”, sonetos del Renacimiento, y aún dejando de lado a Calderón, a Cervantes, nos bañamos en el cántico espiritual de San Juan de la Cruz, y en el río Manzanares de Góngora o Quevedo, un río que más que río es arroyuelo. Especial atención a Lope de Vega al que el ponente condecora como su poeta favorito, y la rima XCV de Bécquer, y una fábula de Samaniego con un perro y un cocodrilo hasta llegar al siglo XX del “agua eternamente mariposa” de Alberti, con mención especial al poeta Juan Eduardo Cirlot, y Luís Alberto de Cuenca mira la hora y nos cuenta que en su reloj también esta el agua con Tintín y un submarino para citar a León Felipe, a Gloria Fuertes, y pararnos en una niña que se ahoga en un pozo durante el viaje que Lorca hizo a Nueva York, y Miguel Hernández íntimo, preso y alejado de los avatares terrenales de la guerra, y Blas de Otero, y Salinas, y Neruda que afirma “Agua sexual” como si fuera una pitonisa que interpreta el sueño, y Borgues que canta a la evocación que siempre acompaña a la lluvia, y Darío “que revolucionó la poesía española” para dejarnos a todos asomados a “La Fuente” de soneto alejandrino.
Brillante exposición, un recorrido que podría haber sido cualquier otro, fue una delicia encontrar, tras una kilométrica jornada Expo, un cómodo rincón dónde escuchar la voz de la sabiduría, del conocimiento, la voz de un poeta.
________________
Un video con poemas de agua a cargo de Sebastian Kirzner

04 julio 2008

Tuco Requena y de Soniquete Van

Descubrí a Tuco Requena y de Soniquete Van el 13 de julio del año pasado. Ocurrió durante una de esas noches de insomnio que antes eran hertzianas y ahora suelen ser blogueras. Un viaje de bitácora en bitácora hasta aterrizar en “Yo quiero Zaragoza” de Teresa dónde recomendaba a este combo rumbero para la banda sonora del verano.
Probé la fórmula sabrosona que se me ofreció, caí cautivo, compré un disco tan baratito como diez euros, se instaló en el reproductor de mi coche y desde entonces el ir y venir a los turnos de la fábrica fue menos penoso, tanto me gustó que pasó el verano, llegó el otoño y hasta en las nieves del invierno y yo seguía calentito mientras en mis orejas seguía rolando el soniquete.
Imaginé varías reseñas para el disco, pero la reseña nunca llegó, una dejadez que no me perdono porque en esa grabación suena, además de la rumba, todo el caribe y ritmos canallas de post Sabina, y la guitarra magistral de “El Gordo” un tipo que tiene guardado las notas de la rumba bajo la mata exuberante de sus rizos negros, y los dedos sabios sobre el piano de Hugo, la perla caribeña Martiatu y un sonido espectacular que te arrastra a mover el esqueleto durante toda la noche y más allá, allá donde te quiera llevar un bajista calvo y con cigarro.
Así que mi cita para ayer en el Balcón de las Músicas era ineludible. Un concierto de una hora para mostrarnos parte del nuevo material que va a grabar Tuco Requena bajo la producción, se dice por ahí, del magistral Paco Ortega, canciones que mantienen la misma línea de frescura. No pierdan de vista a este maño rumbero con alma de melaza y nacido para hacernos bailar.
Durante los próximos días lo podrás disfrutar en:
5 de julio. Pabellón de Zaragoza. 20:00 horas.
30 de julio. Pabellón de Aragón. 19:30 horas (en acústico).
18 de agosto. Balcón de las Músicas. 21:00 horas.
4 de septiembre. Pabellón de Zaragoza. 21:00 horas.
9 de julio Centro Cultural de la CAI Joaquín Roncal a las 21:00 horas.


03 julio 2008

Don Nadie+Zombra+Rabanaque y San Bruno

En Zaragoza se esta celebrando la Expo bajo el lema de “Agua y Desarrollo sostenible”, pero en la ciudad hay otros colectivos que están en desacuerdo con la concepción final del evento, organizaciones que se han movilizado para organizar el Foro Mundial de las Luchas del Agua que se celebra entre el 28 de junio y el 6 de julio, unas jornadas de debate para mostrar las opiniones de los colectivos que luchan por una Nueva Cultura del Agua basada en principios de sostenibilidad, equidad y participación ciudadana.
Dentro de estas jornadas también hay lugar actuaciones que tienen por escenario la mejor vista de la Catedral de La Seo que se pueda imaginar. Ayer por la noche actuaron en la Plaza de San Bruno Don Nadie+Zombra+Rabanaque, un combo que los asiduos a esta bitácora ya conocen de otras reseñas y que esta formado por dos músicos, una poeta y el aderezo visual. Hasta el día de ayer siempre los había visto en recintos cerrados, alguno de ellos claustrofóbico, así que la cita de hoy era ineludible por ese salto al escenario grande, a la plaza del pueblo de La Madalena en ese punto fronterizo dónde empieza a no serlo, uno de mis rincones favoritos de la ciudad: La Plaza de San Bruno, el Arco del Deán, la calle Pabostría hasta el final y vencer la tentación de ir hacia las tapas de Santa Marta y girar a la derecha, antes de llegar a los antiguos Marranos, rebautizado como Taberna la Flor de la Sierra, dónde se siguen comiendo las mejores sardinas de la ciudad.
Pero volvamos a la Plaza de San Bruno. Concierto breve de Don Nadie+Zombra+Rabanaque con el estreno para el que esto escribe de un par de temas y de todo el aderezo visual. Desatado el poeta que ladró como nunca contra las injusticias, ya pasó aquella pose casi rockera y regresó el agitador de masas, el lanzador de dardos con camiseta amarilla, el bebedor de vinos, el cuenta fábulas que me miró a los ojos para decirme que debería ser colibrí (y no pienso contar el cuento que para eso tendrías que haber estado, querido lector, en la Plaza de San Bruno). Y los Don Nadie que me siguen enamorando con el Fever del Rey, y un Sweet Jane de Pitufos Azules que suena estratosférico, te quiero Gustavo y todavía no lo sabes, y los mensajes como púas que si, claro que si, que si controlan el estímulo, controlan las respuestas, y ya sabemos que algunos sólo sabemos responder porque aceptamos todos los estímulos, y esta noche no podré dormir porque con todo lo que me gustáis, bribones del escenario, activistas de lo bello, cabronazos de la inspiración, centrifugadores de las conciencias, con todo eso y más, no romperé mi pase permanente de la ExpoZaragoza2008, aunque sólo sea por deleitarme con Diana Krall, que nos cantará sentada frente a un piano negro y sobre unos zapatos con diez centímetros de tacón. Este que os quiere es demasiado débil.

zombra son Carlos y Fernando









Don Nadie son Gustavo y Álvaro

02 julio 2008

Aqui muere hasta el apuntador

El pasado lunes tuvo lugar la tercera y última representación de “Aquí muere hasta el apuntador” Una propuesta del Grupo I de los alumnos del Teatro de la Estación bajo la dirección de nuestro profesor Jesús Bernal. Una función dividida en escenas con la muerte como elemento común, unas muertes para partirse de risa.
En esta ocasión tuve la suerte de participar en dos escenas. La primera de ellas abría el espectáculo y se titulaba “Pic-Nic”, una obra corta de Fernando Arrabal de carácter absurdo, una visión disparatada sobre la guerra que lleva implícita una gran carga de profundidad ¿Qué diferencias existen entre los prebostes que organizan las guerras, con independencia del bando en el que se encuentren? ¿Has pensado alguna vez en las similitudes que todos ellos tienen en los discursos patrióticos, en la manipulación mediática y en la magnificación gloriosa de los muertos?
Las tres representaciones de esta escena fueron aseadas pero llenas de altibajos. Parecía que nos empeñábamos en dividir la obra en pequeñas secuencias, esas transiciones le quitaron ritmo a la obra y obligaban al público a esforzarse por volver a entrar en la historia. Fue un error que fuimos subsanando pero no llegamos a solucionarlo, una lástima porque una vez lanzados el ritmo era el adecuado y nuestro trabajo ganaba muchos quilates, en esas fases llegamos a tener momentos realmente buenos. Sin embargo lo peor con diferencia fue la relación con todos los objetos que teníamos que manejar en escena. Una lección que me apunto para el futuro, además de llevar muy bien aprendido en texto, además de perfilar la personalidad y los movimientos del personaje, además de todo esto es muy importante familiarizarte con las piezas de atrezzo para que todo fluya con armonía.

Lucas Abian: Soldado amigo
Eva Calvo: Señora Tepán
Javier López: Señor Tepán
Jorge Cabeza: Soldado enemigo
Carmen López: Camillero 1
Dolores Montes: Camillero 2
La segunda escena en la que trabajé fue “Cartas de amor a Mary” de José Luís Alonso de Santos. De nuevo una caricatura de la guerra con la ayuda de dos soldados a la sombra de la tradicional relación entre un Augusto y un Clown. Esa orientación interpretativa no fue premeditada, Saúl buscó la personalidad de su soldado y yo la del mío sin hablarlo entre nosotros, así que de una manera natural nos decantamos por dos formas muy distintas de responder ante la muerte de los compañeros en el campo de batalla.
Los dos teníamos muchas ganas de trabajar juntos y, aunque en los ensayos nunca llegamos a alcanzar un nivel muy alto, de algo estábamos seguros, sobre el escenario la cosa cambiaría, así fue. Las dos primeras representaciones estuvieron bien, aguantamos sin problemas el acento americano, los movimientos en escena fueron naturales y, aunque en alguna fase demoramos un poco las replicas, el invento funcionó. No nos dijimos nada, no hizo falta porque ambos sabíamos que podíamos, y debíamos, llegar un poco más lejos. Eso ocurrió en la tercera representación, tal vez fue la buena acogida del público que entró enseguida al juego que se proponía, el caso es que pusimos toda la fuerza, colocamos muy bien las réplicas, las acciones fluían y fuimos creciendo hasta llegar al final. En el oscuro se rompió toda la tensión y nos fundimos en un abrazo, no hubo palabras, no hacía falta, lo habíamos hecho bien.

Mac: Saúl Blasco
Joe: Javier López

Mi agradecimiento a la parte técnica a cargo de Fernando que suplió la ausencia de Charly, desde aquí le envió un abrazo por su reciente paternidad, y en especial a Jesús que sufre en silencio, evitemos el chiste, nuestras divinidades de actores noveles cuando sólo somos alumnos con dudosa progresión y desconcentraciones infantiles en muchos aspectos relacionados con el escenario y con el trabajo fuera de él. Es cierto que esto del teatro para muchos de nosotros es sólo una afición, pero una vez que el público esta sentado en su butaca con una entrada que ha pagado religiosamente, nuestra obligación es ofrecer un espectáculo lo más profesional posible. El resultado final es lo de menos, lo más importante es querer hacer un trabajo al más alto nivel posible.
La función, además de las dos citadas se componía de las siguientes escenas: “Té para dos” (Maribel Hernández / Elena Goser) “Luto en familia” (Laura de la Riva / Saúl Blasco) “Ojos que no ve” (Raúl Sanpedro / Concha Lacalle) “El accidente” (Dolores Montes / Carmen López) “Hija no hay más que una” (Jorge Cabeza / Eva Calvo)
_____________
Fotografías de Patricia

01 julio 2008

Encuentro


En mitad de la Avenida 2008 uno de los operarios de la limpieza levantó sus ojos, señaló mi camiseta y leyó en voz alta «Senegal»Me contó que había llegado a Zaragoza hacía trece meses desde Dakar. La verdad es que me puse un poco nervioso, ¿qué le podía contar para cumplir con las expectativas de su sonrisa? Le dije que hacía unos meses había estado en las playas de Senegal y que estaba intentando aprender a tocar el Djembe y le pregunté acudiendo al peor de los tópicos. «¿Sabes tocar el Djembe?» Me dijo que no y yo, entre risas nerviosas, le recordé que si todos los españoles somos toreros, todos los senegaleses deberían saber tocar el Djembe. Su carcajada fue honesta, rotunda y sonora, eso me tranquilizo, siempre me tranquiliza que mis chascarrillos funcionen. Amagamos un abrazo de despedida pero él se paró a pensar unos segundos antes de decirme que Youssou N'Dour estará en Zaragoza el 18 de julio. Le contesté que ya lo sabía pero que a mi, en lo tocante a música senegalesa me gustaba más Ismael Lo. La carcajada fue tremenda mientras repetía una y otra vez. « Youssou N'Dour es el número uno» Mi sonrisa fue cómplice de la suya y tuvimos un segundo amago de abrazarnos, algo que no ocurrió. Él volvió a su escoba y yo continúe con mi visita. No puedo quitarme de la mente su cara risueña y la ilusión que me transmitió.