La curvatura de la córnea

15 octubre 2009

El Gran Circo Mundial en el Recinto Ferial de Valdespartera


La última vez que disfruté del Circo Mundial fue hace tres años. La carpa estaba instalada en el barrio, en una parcela del Parque Torreramona. Algo no ha cambiado en este tiempo, como entonces, la idea de ir al Circo partió de mi sobrina Paula. Ayer circulamos por el Tercer Cinturón hasta salir de la ciudad, conectamos a 120 Km. /h con la Z-40 y entramos de nuevo a Zaragoza con dirección el Recinto Ferial de Valdespartera.
Fila 5, asientos 60 y 62. Cuando se apagaron las luces de sala regresamos a las estrellas. Se abrió el telón y el elenco se incorporó a la pista. Ya no necesité más. No encuentro explicación a esa repentina emoción que me gustaría relacionar con el respeto que proceso para con los artistas del Circo y sus caballos cabalgando la belleza, los simpáticos chihuahuas de perruquería, los veloces dálmatas para intentar ser 101, los osos futbolistas con trompeta y bozal, los elefantes vestidos de etiqueta, el trotecillo de los poneys, un tigre de toda la vida, otro descolorido y un león blanco enjaulado.
La función respiró entre los sueños y la realidad. Los músculos al servicio de piruetas y equilibrios. Las pulsaciones por minuto tras el camino de la elegancia. Artistas con un empaque especial para conectar con las sensaciones que chispean entre los dueños de la pista y lo ojos incrédulos de la grada. Dejarse llevar. Olvidar el mundanal ruido. Dilatar las pupilas de la infancia. Abrir la boca y sumergirse en un mundo dónde la ley de la gravedad es relativa, un lugar habitado por las más bellas acróbatas capaces de rotar sus cuerpos suspendidos en el aire, el territorio idóneo para disfrutar de la magia que juega con los conceptos de tiempo y espacio, un círculo de los aplausos libres y risa orgánica de gargantas y pulmones, el mítico enigma de los saltimbanquis que nacieron para dar el triple salto mortal y cinco trapecistas en el aire dispuestos a enseñarnos que tras cometer un error sólo hay un camino posible: Volverlo a intentar.

































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6 Comments:

At 15 octubre, 2009 22:42, Blogger Belén said...

No me gusta el circo, no me gusta ver a animales haciendo cosas para agradar al humano...

Lo siento, pero no...

Besicos

 
At 16 octubre, 2009 06:41, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Belén

El circo es mucho más que el trabajo con animales. Muchos circos no tienen animales, por ejemplo:

http://lacurvaturadelacornea.blogspot.com/2009/04/bilbao-varekai.html

Salu2 Córneos.

 
At 16 octubre, 2009 08:31, Blogger SUE said...

Javi porfa la próxima vez llévame a mí, que cuando voy al circo soy mas niña que tu sobrina. A mi tambien me produce esa emoción que tú dices. No te pierdes una!!!
Besos a cientos

 
At 16 octubre, 2009 17:09, Blogger David Francisco said...

Ostia, ¿eso de los osos futbolistas con trompeta es al final lo de los osos-humanos que anunciaban poniendo "¿venimos del mono o del oso?" por toda Zaragoza en los carteles? jajajajajja

 
At 16 octubre, 2009 17:15, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Sue.

La próxima vez esta muy cerca...ya he lanzado mi propuesta con viaje incluído.

Yo a ti te llevo a dónde usted quiera, Reina.

Salu2 córneos.

 
At 16 octubre, 2009 17:16, Blogger Javier López Clemente said...

Hola David

jajajaja
Digamos que la pregunta que cuelga de esos carteles queda sin resolver, o bueno, tal vez el hombre, o algunos hombres, vengamos de un oso futbolista al que le gusta tocar la trompeta, a veces, si me miro con determinación en el espejo llego a esa conclusióh jajajaajaj

Salu2 Córneos y playmobiles.

 

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