La curvatura de la córnea

22 noviembre 2009

Dos menos son Alterio y Sacristán


Héctor Alterio y José Sacristán son reclamo suficiente para cruzar la niebla que separaba el barrio de Las Fuentes del centro de la ciudad. Los dos veteranos actores son dos enfermos terminales que, ante la inmediatez de la muerte, planean un viaje, tal vez no tanto porque en realidad no planifican ningún itinerario, sin embargo, se intuye que vamos a asistir a la última vuelta por las postrimerías de la vida. La figura geométrica presenta contornos interesantes que parte de la muerte para, en un recorrido clásico, llevarnos hasta los aledaños esperanzados de una nueva vida. Esa es la base de texto de Samuel Bencherit y hasta ahí nada que objetar, incluso resulta ingenioso que la historia de estos personajes comience en la planta de un hospital dónde les han pronosticado sus muertes para, en un giro demasiado evidente del destino, regresar al mismo hospital, aunque una planta más arriba. La vida y la muerte separadas por un par de tramos de escaleras, la representación del chiste popular en el que las ovejas no se cuentan… las que entran por las que salen.
El autor utiliza con oficio el desarrollo de la obra que conduce al terreno de la comedia, sin llegar al humor negro. El invento funciona aunque tenga más trucos que una película de chinos, las situaciones cómicas llegan al público en un tono previsible que se digiere bien por su valor como prólogo. Es entonces cuando la función hace aguas. El texto circula bien durante los dos primeros tercios de la obra hasta que pierde musculatura y termina por pedir a gritos un salto cualitativo que permita un desarrollo más profundo de los personajes, un giro argumental para que la catarsis del viaje geográfico tenga el empaque suficiente de traspasar el pórtico de los sentimientos y llegar al corazón. Después de reírnos con estos dos tipos a los que les queda un par de telediarios, la trama pide más literatura en el tercio final, más oxígeno a una historia que se desinfla en busca de un remanso donde emocionarnos y crear un vínculo que lleve al público al terreno de la reflexión, el fuelle argumental que culminé con la profundidad teatral, y hasta filosófica, que el tema requiere, que la trama pide y que a mi me hubiera gustado encontrar.
La sobriedad escenográfica de la obra es una gran baza, atrezzo mínimo para que sean los actores quienes llenen el espacio, y tanto que hacen Héctor Alterio y Pepe Sacristán dominan la escena con la naturalidad de los músicos de jazz. Funcionan perfectamente en los dúos, cada uno en su espacio y sin embargo muy juntitos, se jalean se siguen, ajustan los chistes donde saben que el público va a reír, van de la mano hasta que llega la hora del solo. Entonces los maestros afinan sus instrumentos y se dejan llevar en un trabajo actoral medido al milímetro, donde la credibilidad de cada palabra alcanza su máxima expresión. En esos momentos en solitario Sacristán estuvo por encima de su compañero, lo sentí rotundo, afinado, juguetón, exacto en el gesto y potente en la voz.
“Dos menos” le debe mucho a estos actores con oficio suficiente para capear las deficiencias argumentales y destilarlas en una salva de aplausos por parte del público que llenó el Teatro Principal de Zaragoza.

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3 Comments:

At 22 noviembre, 2009 19:39, Blogger AGUSTIN MARTIN said...

has estado más fino que el critico de heraldo. (que le pegó un palo sin compasión), pero llegais a la misma conclusión, si no fuera por esos dos actores.. no merecería la pena.

que grande eres..
saludicos.
el dire.

 
At 23 noviembre, 2009 22:45, Blogger Javier López Clemente said...

Hola Agustín.

Las líneas del Melguizo en el Heraldo son una clase semanal de como mirar el teatro y me alegro coincidir con él, aunque esta vez era evidente esa falta de fuerza final en el argumento.

Salu2 córneos.

 
At 27 noviembre, 2009 10:09, Anonymous laMima said...

Bueno, casi me consuelas de habérmela perdido. Tenía ganas de verla desde que ví por TV una promo de esas que hacen.
Los buenos actores, aun con malos guiones, resuelven "casi" todo. Supongo.

 

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