La curvatura de la córnea

26 agosto 2010

Paellas struggle


Mi primo Nacho es un especialista en chistes, sus preferiros son esos en los que un paisano del centro de Bilbao pilota un helicópteros para hacer gazpacho en una piscina. Tal vez por eso me tomé a broma su idea de formar una Comisión de Fiestas.
Nuestro pueblo no llega a dos docenas de habitantes. Una cantidad que se multiplica por doscientos cuando llega el mes de agosto. La marabunta urbanita hace acto de presencia con sus montain bike, sus PS3 y la extraña pretensión de organizar una semana cultural que recupere las tradiciones ancestrales. Es entonces cuando veintidós de los veinticuatro habitantes abandonan el pueblo. Unos escalan torres en Benidorm, otros caminan por senderos asturianos, y algunos, atrevidos políglotas, se dan un garbeo por Nueva York, Dublín y el Fringe. Mi primo y yo somos los únicos que nos quedamos.
Mi primo expuso su idea al Alcalde con verbo brillante. Somos los representantes del orgullo local. Aquí, afirmó con voz engolada, no necesitamos que vengan de fuera para organizarnos saraos y movidas festivoculturales. El alcalde le dio su beneplácito sin el engorroso trámite de enzarzarnos en una de nuestras discusiones de taberna que a base de contradecir, repetir y mudar argumentos, casi siempre nos llevaba a ningún lugar.
La primera reunión de la Comisión de Fiestas tuvo lugar en el único bar del pueblo que además es colmado, sede permanente de la secretaría municipal, dispensario médico y confesionario para pecados veniales. En Casa Paco se sirven refrescos sin hielos ni rodajita de limón, cerveza de barril y todo tipo de cafés. Vicente, propietario del local y exquisito barman especializado en coctelería, puso sobre la barra la consumición de todos los días: Dos cortados, dos copas, la cubitera y una botella de pacharán. Esto lo apuntas a la cuenta de la Comisión de Fiestas de la que soy Presidente y Tesorero. Este es el vocal. Mi primo Nacho lo dijo con el empaque de los políticos que salen en la tele.
Discutimos mucho, aunque eso es mucho decir porque mi primo era la voz solista de como revolucionar las Fiestas Populares de San P´tras. Era una lástima que tantas ideas geniales se ahogaran una y otra vez en el reducido presupuesto del que disponíamos y que ni siquiera nos permitía cambiar pacharán por JB.
La botella del líquido naranja se vació y fue entonces cuando mi primo propuso organizar un combate de paelladores. No será un concurso de paellas al uso, será un duelo. Combates frente a frente. Cada cocinero con su infiernillo, rodeado de los ingredientes, nada de secretos, todo a la vista del público enfervorizado. El vencedor de cada pelea pasaría a la siguiente fase hasta que sólo quedasen dos contrincantes. El veredicto final será por aclamación popular. Una juerga gastronómica dónde cada participante tendrá que poner el material y la maña culinaria. Nosotros dos seremos el jurado y degustaremos todas las paellas. También podemos organizar una timba de apuestas para quedarnos con un porcentaje. Se podría apostar a ganadores, los minutos de la mejor cocción o el primer socarrat de la contienda. ¿Qué te parece primo?
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Fotografía: J.M. Vasco con una de sus magníficas obras.

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2 Comments:

At 27 agosto, 2010 10:29, Blogger Sally said...

En Logroño se hace un concurso parecido pero con caldereta. Es en la calle, y la gente puede probar todas ellas y elegir la que más le guste. Fantástico. Las celebraciones que unen fiesta y comida son las mejores.

 
At 30 agosto, 2010 16:04, Blogger Javier López Clemente said...

HOla Sally y bienvenido a esta bitácora

Calderetas, ranchos y paellas, una triada fantástica y si, fiesta y comida es la mejor combinación.

Salu2 córneos.

 

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