Manipulados y el cordón umbilical
Manipulados es el último montaje de Teatro Pezkao, una compañía
zaragozana cuyos objetivos artísticos pasan por un teatro de corte social y de
creación propia con intención de activar al espectador que casi siempre es
interpelado y con el que suele buscar algún tipo de conexión. En Manipulados
eso vuelve a ocurrir cuando el sacerdote al cargo del ritual no tiene reparos
en manipular, manosear, sobarlo todo para alterar la verdad, que de eso trata
el teatro ¿no? De decirnos desde las tablas que la vida es sueño y que sí, que
todos soñamos que estamos en estas prisiones, y pese a todas las cadenas que
han apretado nuestro cuerpo, en otros estados más lisonjeros nos vimos. Y esa
es la clave de la función: Las cadenas.
Una cadena amarrada al cuello es la más evidente de las
manipulaciones porque limita nuestros movimientos y pone en duda nuestra
dignidad. Pero la evidencia se puede disfrazar, como se disfrazan los malos
actores que engolan el texto para alejarse de la verdad, esa verdad acotada a
tu espacio, no salgas de él, es peligroso porque ahí afuera esta la luz que te vigila
y te abre el camino hasta que se apaga. A oscuras puedes ser tú, o casi tú, o
lo más parecido a ti. Por lo tanto la cadena no es el problema, hay muchos
mecanismos para que la manipulación nos llegue al corazón, ahí donde el amor
anida, anuda y ata. Manipula tu cuerpo Danone, el teléfono Jazztel y el
vendedor de mierdas como “convierte la crisis en una oportunidad”.
Fran Martínez se sube a las tablas para invitarnos a un
viaje de reencarnaciones, un ciclo de nacimientos, muertes y renacimientos que
muestra un universo gestionado al antojo del actor, que a veces se muestra
cercano y otras vuela al mundo del simbolismo que agita manos, mueve pies y
disfraza cuerpos. Esos excelentes giros en el registro actoral son los que mantienen
alerta al espectador que no se puede fiar del sacerdote que a veces es actor y que
nos manipula.
Manipulados, todos manipulados. Es primordial reconocerlo,
ser conscientes de nuestra situación, el sacerdote del ritual te lo recuerda: Lo
primero fue la palabra que permite expresar el sueño, ¿recuerdas que la vida es
sueño y todos sueñan lo que son?, lo
importante es reconocerte en el sueño, ser parte de él para interiorizar el
ritual que el sacerdote está ejecutando en el escenario, su misión es lograr
que el sacrifico sea interno, tan suyo como del espectador: El objetivo es
comprender que todos nosotros somos parte integrante de la manipulación, esa
revelación es la esencia del Karma que se producirá cuando el espectador asuma
que cada acción del sacerdote tiene su consecuencia, merece una retribución y
determina las reencarnaciones que se van sucediendo en la representación hasta comprender
que todos nosotros: El sacerdote que dirigir el ritual, los espectadores que somos
un panteón politeísta o el técnico que sueña con ser Lenny Kravitz, todos y
cada uno de nosotros habitamos en la cárcel de unas vidas manipuladas y para
liberarnos tenemos que comprender el absoluto: La manipulación se romperá
cuando empecemos a ser nosotros mismos, bueno; casi todo lo que te gustaría ser
de ti mismo… si eres capaz de arrancar el cordón umbilical que nos une al mundo:
Etiquetas: Fran Martínez, reseña, reseña teatro, Sala Bicho, teatro, Teatro Pez Kao, Teatro PezKao
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